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La verdad que nunca pensé que iría a visitar Bolivia, a pesar de que es un vecino de Paraguay. La ruta que nos conecta está en pésimo estado, y siempre se habla de este país como si fuera “igual” a Paraguay en términos de atractivo e infraestructura (lo cual resultó no ser cierto). En otras palabras: no era un destino particularmente “turístico” según mi apreciación.


Por supuesto que estaba equivocada. Bolivia tiene uno de los paisajes más lindos que encontré en Sudamérica hasta hoy, con ecosistemas súper variados, ciudades ricas en cultura (dichos, ropa, costumbres) y muchísimas cosas para hacer.

Mi viaje fue armado por la agencia EJU Turismo, pero no es nada muy complicado como para no hacerlo por cuenta propia. En total, el viaje duró 15 días, distribuidos entre Bolivia y Perú.

Para ir directamente a la sección que te interesa podés dar click acá:
Tarija | El Valle de la Luna | La Paz | Lago Titicaca | El Salar de Uyuni

Tip: En Bolivia, la compra de combustible es un poco complicada para extranjeros. Ya escuché varios casos de turistas que tuvieron problemas porque en las estaciones de servicios se negaban a venderles así que hay que planificar bien la ruta en caso de que quieran viajar en su propio vehículo y hacer las averiguaciones que correspondan para no tener este problema.


Tarija


Todo el viaje fue hecho en bus, y uno de los trayectos más largos fue el de ida desde Asunción hasta Tarija. En teoría, debía durar unas 14 horas yendo por Argentina (el camino que atraviesa el Chaco Paraguayo aparentemente no es el más recomendable) pero como las fronteras con este país siempre son problemáticas, sumado esto a otros contratiempos más pequeños, terminamos llegando a Tarija unas 6 horas más tarde de lo previsto.

Tarija está a unos 1000 msn, una pequeña introducción a la altura altiplánica considerando que Asunción está a menos de 90 msn, por lo que nos sugirieron “caminar despacito, comer poquito y dormir solito” para no tener mal de altura.

El primer día en Tarija nos dedicamos a recorrer un poco la ciudad y cenamos en un lugar que se llama El gato Pardo. El único comentario que voy a hacer es que no comimos “poquito”.


Tour del Vino
El segundo día volvimos al centro de la ciudad a recorrer lo que no pudimos el día anterior, entre ellos el mirador y la Plaza de Armas. Tengo que admitir que no esperaba mucho de esta ciudad, para mí era una parada de “relleno”, pero la verdad que resultó ser una buena parada, la ciudad es bastante linda y tiene rinconcitos que valen la pena descubrir.

A la tarde, hicimos el Tour del Vino. Yo dudé en tomar este tour porque no me gusta el vino (lo siento), pero como bien dicen por ahí, “Si vino a Tarija y no tomó vino, a qué vino?”

Recorrimos los viñedos de Campos de Solana, La Resolana y La Casa Vieja. Esta última es conocida por ubicarse en un edificio construido hace más de 400 años, hecho de adobe pero mantenida en muy buen estado. Probé unas cuantas muestras de vino en las tres casas pero no me pregunten cuál fue el mejor vino que probé porque, como les dije, no me gusta el vino.

En el camino, también nos detuvimos a mirar unos paisajes naturales, entre ellos el Valle de la Angostura, al costado de un puente.


El viaje que hicimos al salir de Tarija duró unas 13 horas. Las 13 horas más largas de mi vida. Yo tengo vértigo, me mareo con facilidad y aprendí en este viaje que no soy muy amiga de la altura.

Llegó un momento de la madrugada en el que todos en el bus estaban durmiendo profundamente, y yo sentía que iba a morir de mareos. No fue nada lindo, tomé dos pastillas de vertigol casi seguidas (que no sé si es muy recomendable) y me concentraba en respirar hondo, pero nada parecía suficiente. Trataba de dormir para no sentir el movimiento del bus por la ruta zigzagueante, y no sé si llegué a quedarme dormida o no, pero lo que sé es que pocas veces estuve tan agradecida como estuve al llegar al Valle de la Luna.

Este lugar, bautizado así por Neil Armstrong, solía ser una montaña pero la erosión consumió la parte superior, y con el tiempo, la arcilla del lugar terminó formando figuras bastante únicas. 

Recorrimos el Valle de la Luna unas dos horas, distribuidas entre el predio y las tiendas de regalo, y luego volvimos al bus para un corto viaje hasta La Paz.


Las calles de esta ciudad son las más caóticas que encontré hasta hoy, y eso que vivo en Asunción.  Los conductores no tienen miedo de nada, pareciera que ni siquiera prestan atención a los demás vehículos (y mucho menos a los peatones). Es un “sálvese quien pueda” al más puro estilo. Lo que sí debo reconocer es su sentido de espacialidad: jamás vi gente aproximándose tanto a un bus, un poste de luz u otro auto sin siquiera rozarse como vi en La Paz. Me alegra no tener que conducir ahí nunca.

La calle que rodeaba nuestro hostal era bastante angosta, y en algunos tramos albergaba un pequeño mercado, así que el bus no podía llegar hasta ahí y nos dejó a unas cuadras. Nos cargamos con nuestras mochilas y caminamos hasta llegar. Afortunadamente, era una bajada, por lo que fue relativamente fácil y no tan cansador. Cuando comenzaba a sentir el peso de la mochila, me encontré frente al hostal y pude descansar mis hombros antes de subir las escaleras hasta mi habitación.

Estábamos muy cerca del mercado de brujas, así que nos fuimos a recorrer esas callecitas durante la tarde y luego, cenamos en un bar a pocas cuadras del hostal.

Otros lugares para visitar:
  • Iglesia San Francisco. Cuando yo fui estaba cerrada, pero visitar iglesias nunca falla (perdón,  soy arqui jajaja)
  • Kalakitas, un restaurante de comida mexicana. Sí, un poco raro ir a Bolivia y probar la comida mexicana, pero la de ese restaurante es una de las mejores que probé en el mundo, así que no puedo dejar de mencionar. Queda en el mismo edificio que un local en donde se organizan excursiones para el camino de la muerte, les tiro el dato por si les sirve.


El Camino de la Muerte
Yo estaba segura de que no iba a hacer este Tour. O sea, quién en su sano juicio iría a andar en bici en una ruta conocida como la más peligrosa del mundo? Con la palabra "muerte" en el nombre?

Sí, obviamente terminé yendo al tour. Qué inesperado.

El recorrido nos tomó casi todo el día, así que hice un post aparte para no extenderme demasiado en eso. Esa noche cenamos en un bar que se llama The English Pub, en donde nos regalaron shots cuyo contenido no nos quisieron develar (aunque obviamente incluía alcohol) como premio por haber sobrevivido el Camino de la Muerte.

Para ver más sobre esta experiencia, pueden leer mi post acá.

PH: MARTIN LAGUNA @marmalaca

Tuvimos un poco de mala suerte en el camino de ida al Lago Titicaca, por lo que no nos quedó mucho tiempo libre en el pueblito de Copacabana, al que llegamos cruzando el lago en balsa. Tuvimos que elegir entre almorzar y recorrer, o subir al cerro Calvario. Elegimos la primera opción, y en el almuerzo probé una riquísima sopa de Quinoa. Se ve un poco rara pero el sabor es muy suave así que no hay nada de qué tener miedo. Luego seguimos nuestro viaje hasta Perú, en donde estuvimos los siguientes 5 días.



Luego de recorrer Perú, hicimos una última parada en Bolivia antes de volver a Asunción. El pueblito realmente es muy chico, no hay casi nada que hacer más que visitar el mercadito que ocasionalmente se monta en las calles, pero la atracción de todas formas no es Uyuni sino el Salar.

De ida hubo unas cuantas paradas, entre ellas el Cementerio de Trenes y un mercadito de artesanías en donde no recomiendo comprar nada, ya que son los mismos productos que se encuentran en el Mercado de Brujas de La Paz pero con precios inflados.



En el Salar estuvimos el día entero, desde la mañana hasta el atardecer. Almorzamos ahí mismo, en un restaurante de sal (muros, mesas, sillas, piso... todo). El sol es súper fuerte ahí y todo es blanco así que el reflejo puede lastimarte un poco los ojos o puede quemarte la piel, así que sí o sí lentes de sol + protector solar. Además, tuvimos la suerte de ver el espejo de sal, lo cual implica que hay una capa de agua encima del suelo y los zapatos se arruinan fácilmente al mojarse (la sal se endurece y el zapato se queda blanco), y andar sin zapatos duele porque estás pisando sal. Yo recomiendo llevar botas de lluvia o en todo caso zapatillas de goma.


Y así termina mi resumen de lo que fue mi semana de roadtrip por Bolivia. Fue un viaje relativamente cansador porque está cargado de actividades y la altura a la que se encuentran estos lugares es mayor a la que estoy acostumbrada en Asunción, pero creo que fácilmente fue una de las mejores decisiones que tomé y obviamente lo recomiendo.

Para ver un recuento de mis días en Perú, click acá.


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