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Cómo lidiar con Bolivia y Peru

En enero del 2017 fui a conocer Bolivia y Perú en un viaje somewhere in between roadtrip y mochilero. No sé tanto cómo terminé ahí y mucho menos como lo logré, pero bueno, pasó.


Lo más difícil al comienzo fue empacar, y estoy tan orgullosa del resultado al que llegué que quiero compartir cómo lo logré:

Yo peso un poco más de 50kg y mido 1,55m. La simple idea de cargar conmigo una mochila de 80L por dos semanas me daba terror. Literal, tiene la mitad de mi altura, y no es que yo tenga demasiada fuerza.

Y por otro lado, sabía que no íbamos a pasar más de una noche en cada lugar así que tenía que organizar mis cosas cómodamente dentro de esa mochila tubular. No tenía sentido empacar y desempacar todos los días, pero no había forma de asegurar que todo lo que necesitara estaría a mano. O sea, algo debe quedar al fondo, pero qué?


Lo más importante a considerar fue que me iba por 15 días (la mayoría de los viajeros cuyos blogs encontré por ahí, viajaban por 4 días o por 3 meses así que ningun post realmente me ayudó con eso) y prácticamente todos los días tenía actividades deportivas como caminar, escalar, andar en biciclieta, etc. que condicionaban el tipo de ropa que tenía que llevar, por lo que la mayoría de los posts de cómo empacar ligero para viajes de 15 días no me eran nada útiles.

Una serie de cosas me complicaban lo de empacar ligero. Para comenzar, hacía frío. Para continuar, pronosticaba lluvia casi todos los días. Buscando muchos consejos en blogs de viajeros, finalmente logré armar mi hermosa mochila de la siguiente manera:

  • Logré que el peso sea aprox. 1/6 de mi peso total, según algo que leí en un blog que, si llego a encontrar, voy a agregar el link. O sea, mi mochila debía pesar más o menos 8 kg. Llevé ropa liviana para abrigarme en capas, cuatro pares de calzas y un solo pantalón de jean. Llevé un par de medias finas para usar debajo de las calzas si realmente hiciera mucho frío (que no llegué a usar), y una sola campera abrigada, impermeable y con capucha. Complementé mi ropa con pañuelos estratégicamente seleccionados para trasformar mi ropa deportiva en ropa para salir.
  • Separé mis ropas en lo más similar a packing cubes que tenía en mi casa (acababa de comprarme una mochila de 80L que nunca volvería a usar; no estaba como para comprar packing cubes  de verdad). En uno puse mis camisillas y remeras; en otro, mis calzas y pantalones; y en un tercero, puse mis cardigans. Todo esto enrollado. En uno último, guardé mi ropa interior y medias.
  • Elegí unos pocos zapatos que llevar: uno deportivo, uno cómodo para caminar pero que sirva para salir de noche, unas botas de lluvia (no hubiera disfrutado del Salar de Uyuni sin ellas) y unas zapatillas para el baño.
  • Llevé más o menos la mitad de la ropa que necesitaba y confié en que encontraría una lavandería en algún momento del viaje.

En una mochila más chica, guardé lo que necesitaba tener a mano: 
- Mis documentos
- Un botiquín con curitas y remedio contra mal de altura (gracias, Vertigol, por los favores recibidos)
- Bolígrafo para llenar formularios en las fronteras
- Toda mi tecnología (cargadores, auriculares, cargador portátil, cámara de fotos, etc)
- Un abrigo liviano
- Un necessaire compartimentado con todo lo que usaría de mañana y noche en los hostales: artículos de higiene, pijama, etc.
- Un paraguas

No hay demasiados secretos, la verdad. No perdía las esperanzas en encontrar un post en algún blog de viajes que tenga la receta perfecta, pero cada viaje es distinto y ninguno se aplicaba realmente a lo que yo iba a hacer, ya sea por comodidades, clima, duración, transporte, etc. así que hice mi propia receta y la verdad que resultó a la perfección.

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